Cuando un niño o una niña, previo a que su mamá o papá, le vaya a pegar (golpear con la mano o cualquier objeto), le dice a su progenitora o progenitor: "Mami no me pegues"..."Papi no me pegues"...me enfrento ante una frase que me tortura el pensamiento y me pone chiquitico el corazón. Yo daría cualquier cosa, para no tener que presenciar cuando un niño o niña es maltratado física, verbal o de cualquier otra forma. Sin embargo, todos en cualquier momento de la vida, hemos incurrido (me incluyo) en ese error de lastimar a un ser querido, que desde su perspectiva de infante, ha cometido una falta o realizado una travesura.
Analizándolo bien, nadie, absolutamente nadie, tiene derecho de maltratar a otra persona, independientemente de su raza, sexo, edad, credo, condición social y preferencia política-partidista; pero es muy común, que usted, ustedes, o yo (me vuelvo a incluir), en un determinado momento o bajo cualquier circunstancia, hayamos procedido de esa forma tan inhumana, y por demás injusta. Yo, particularmente yo, en varias oportunidades he reprendido a "personitas" mu cercanas a mí, pero siempre trato de no decirles palabras indebidas o que generen en ellos y ellas (los y las perjudicados) sentimientos de inferioridad ni de ninguna otra naturaleza misérica.
Incluso una vez, por no poder controlar a tres "chiquillos", tuve que recurrir a una correa (un cinturón) para poder aplacarlos; pero luego lo que no puede aplacar fue mi conciencia, ya que luego de proceder como procedí, me sentí demasiado mal, y por eso es que hoy en día, evito utilizar la fuerza sobre cualquier niño o niña; y hoy por hoy, cada vez que recuerdo ese momento pasado, mi conciencia sigue intranquila y me siento inconforme e insatisfecho por mi proceder.
Yo se que es muy difícil la crianza de los hijos o cualquier otro menor de edad, porque los tiempos han cambiado, la convivencia humana se ve signada por hechos y acciones que no son nada positivos, los valores humanos se han ido perdiendo, subsiste una crisis de valores, y los medios de comunicación, como fieles reflejos de la humanidad, contribuyen con la problemática; más sin embargo, Dios todo poder y gloria, nos ha dado la facultad de raciocinio y el don de la paciencia y la perseverancia, que a título personal, considero que son herramientas suficientes para afrontar la real tarea de educar a los descendientes, de una forma equilibrada.
En este momento me gustaría compartir un pensamiento personal, que dice así: "Debemos darle a los niños y niñas del presente, lo que deseamos obtener de los hombres y mujeres del futuro". De esta manera, les exhorto a todos, para que desde una visión introspectiva, se busquen las alternativas de acción que no permitan más violencia física, verbal o de cualquier otro tipo, contra los niños y niñas en pleno proceso de crecimiento y maduración. Así que el llamado es a los padres, representantes o responsables de los niños y niñas, de los adolescentes, y a cualquier otra persona que tenga a su cargo y bajo su responsabilidad la crianza de seres en proceso de formación, actúen de manera correcta, diciéndole enérgicamente "NO A LA VIOLENCIA CONTRA LOS NIÑOS Y NIÑAS"..."NO AL MALTRATO FÍSICO, VERBAL NI DE NINGUNA ÍNDOLE".