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martes, 29 de marzo de 2016

¡Jugando la Candelita!



El problema de la escasez de los principales productos de la canasta alimenticia, no terminará, mientras sigan las roscas, como el amiguismo, el compadrazgo, la burocracia y la corrupción, en este caso no, del gobierno nacional, ni regional ni local -al César lo que es del César- sino de las cadenas de distribución y comercialización que está inundada de personas con malos escrúpulos.

Aparte de lo incómodo que es andar del timbo al tambo en busca de alimentos, resulta bochornoso someterse a los vejámenes de las personas que se encargan de la venta de los mismos o de cualquier otro producto para consumo e incluso uso humano, en las redes de automercados, mercados y similares,porque en Mercal y PDVAL no se quedan atrás...donde poco les importa maltratar a los adultos mayores, a las mujeres embarazadas y a quien sea.

El gobierno nacional -eso no se puede poner en duda- ha hecho los esfuerzos necesarios para remediar la situación, pese a que la situación se produce a partir del sistema económico que han impuesto, lógicamente no adecuado, y del mismo modo, han procedido las organizaciones empresariales productoras y distribuidoras de alimentos y otros. Pero el problema no radica solamente en lo económico-operativo.

El problema es de consciencia, de la irresponsabilidad y el no deber ser de las personas que se lucran con el hambre del pueblo. El problema es la pérdida y crisis de valores que nos afecta a todos por igual, sin distinguir a quien procede bien y a quien actúa de manera contraria. El problema es de ciudadanía, de educación en el hogar. En fin, es un problema multifactorial, que está incidiendo en el desgaste de la sociedad.

Me voy a atrever a decir algo, aunque me caigan encima. Si Chávez estuviera vivo, lo que está pasando muy probablemente ya hubiera sido solventado, pese a que muchos consideren que él es parte del problema, pero nadie le puede negar su amor y solidaridad con la gente de pueblo, con los humildes y desamparados socialmente. Si él estuviera con vida, ya hubiera intercedido para solucionar el problema desde la raíz.

Y aunque crean que estoy errado, yo sí lo creo así, porque en más de una oportunidad les llamó la atención a Ministros, Gobernadores, entre otros, cuando se daba cuenta que algo no estaba funcionando bien. Claro, es más fácil culparlo a él, y no darse cuenta del entorno, no sólo en los primeros anillos de cercanía a su persona, sino en los más alejados, puesto que ambos casos, los intereses personalistas y grupales, han sido como la polilla que daña la madera.

Quisiera yo, que no me salgan con aquello de que Chávez fue un corrupto más; y si así procedieran, entonces para sustentar sus argumentos, señálenme un ejemplo de algún presidente con probidad. Al respecto, caras vemos, corazones no sabemos. Amanecerá y veremos. Pero al final, que sea Dios Todopoderoso el que con su mano santa, coloque a cada persona y a cada objeto o cosa en su lugar. ¡Que así sea!

He dicho...

¡Desranchificar a Venezuela!

Por el bien del colectivo, no podemos seguir con ese "rancho" en la cabeza del divisionismo político. No podemos seguir con eso de que tú eres chavizta, tú eres opositor, y de esa manera establecer diferencias y exclusiones.

Sí queremos un país diferente, un gobierno diferente o del mismo proceso político actual, pero diferente, tenemos que comenzar por pensar y proceder de forma diferente, nosotros, usted, tú, que me leen y yo.

Las diferencias nos separan, las semejanzas nos unen; y en una especie de mezcolanza diferencias y semejanzas, nos unen y nos separan; pero siempre debe existir un punto de encuentro, de inflexión hacia lo positivo y productivo.

Queremos un país mejor, entonces debemos ser mejores como ciudadanos. Queremos un cambio, entonces debemos cambiar como ciudadanos; sin embargo no lo lograremos mientras permanezcamos con esa actitud tan tercermundista.

A mí parecer, la mejor manera de mejorar, es solucionando aquellos aspectos donde se observen desaciertos y errores. También, haciendo aportes, propuestas, ayudando, colaborando, pero nunca, destruyendo.

A mí no me queda la menor duda que, entre oficislistas y opositores, hay gente bien, y gente no tan bien. Honestos y deshonestos, sinceros e insinceros, trabajadores y holgazanes, burócratas y progresistas, corruptos y personas con probidad.

¡Cambíemos amigos, cambiémos! Es la única forma que nos garantiza ser mejores en el presente y en un futuro. El pasado ya es pasado. Enfoquemos nuestra mirada y marquemos el rumbo hacia un porvenir lleno de oportunidades.

He dicho...