Diciembre, como bien se sabe, es el último mes del año, en el calendario gregoriano, y creo, que igual sucede en el resto de los calendarios existentes. Es un mes compuesto por 31 días, de los cuales, resaltan, el 8 como el Día de La Inmaculada Concepción, el 17, con la Muerte del Libertador "Simón Bolívar" (en Venezuela), el 24, con la Natividad de Cristo Jesús o Navidad, y el 31, que se celebra el año viejo y nuevo.
En el mes mencionado, e incluso, algunos meses antes, sobre todo en Octubre y Noviembre, las personas comienzan a pintar sus casas, y a decorarlas conforme se acostumbra en vísperas de la navidad y el año viejo y nuevo. Es el momento de los gastos económicos-monetarios, en donde lo material prevalece de manera contundente en la gastronomía, la vestimenta y los regalos típicos de la época.
Es curioso, que al comenzar el mes de diciembre, las personas dicen: "Llegó la navidad", haciéndolo de forma errática (por lo menos bajo mi creencia y percepción), porque la navidad está más cercana a la fecha en que de acuerdo a la religión católica, nace el hijo prometido de Dios Padre: Jesús de Nazareth; hijo de María la Bienaventurada por siempre.
En diciembre, compartir en familia y entre amigos, es tradicional en casi todos los países del mundo, pero estoy seguro que lo celebran con alborozo en donde las posibilidades económicas así lo permiten, porque quienes carecen de bienes monetarios y materiales, seguramente, no celebran la navidad, como lo hacen, la verdad que no sé, si la gran mayoría o una minoría.
Cabe destacar que a muchas personas les gusta el mes de diciembre, la navidad, el año viejo y nuevo, mientras que a otros no, como quien suscribe éste escrito, que para nada le gusta lo anterior, por razones que definitivamente, por ahora, prefiero no comentar de modo alguno, para no entrar en detalles ni en polémicas, que al fin y al cabo, no vienen al caso.
Sin embargo, invadido por un sentimiento de hermandad y solidaridad, además de humanismo, exhorto a todas las personas a vivir la navidad de la manera más sana y espiritual, que sea posible, recordando que en todo momento se debe hacer el bien, sin mirar a quien, invitándoles a compartir en familia y entre amigos, estrechando sólidos lazos de fraternidad.
Al mismo tiempo que agradezco a todos aquellos y aquellas que de una forma u otra, comparten con desconocidos, en la calle, en organismos e instituciones públicas (e incluso privadas), donde confluyan personas con carencias y necesidades afectivas, económicas y materiales, porque en definitiva, la navidad es más agradable, cuando se comparte con el o la que no tiene.
Feliz Navidad, amigos y amigas...millones de bendiciones del padre celestial, Cristo Jesús y María de Nazareth.