Dedicado a mis padres terrenales: Sara y Marcos...
a mis herman@s y prim@s...y a todos los padres y madres del mundo..!
Este artículo, lo escribo, un día después del cumpleaños número 67 de mi madre terrenal. Sara Josefina Aponte de Córdova. Ella, hace 44 años, fue elegida por la fuerza creadora universal, para ser la persona humana, que tendría la misión de traerme al mundo, haciendo uso para ello, de la contribución de mi padre terrenal: Marcos Amalio Córdova Plaza. Ella y él, es decir, mi mamá y mi papá terrenal, han tenido la responsabilidad de criarme con amor y respeto. A ambos le debo tanto, tanto, porque hoy en día, soy lo que soy, gracias a ellos, gracias a sus palabras, consejos, ayuda y apoyo incondicional, en todo momento y en cualquier lugar.
Para mi madre, debe haber sido toda una vivencia y experiencia única, los cambios que se comenzaron a manifestar desde el momento de mi concepción, hasta el día de mi nacimiento. Imagino que mental y físicamente, debió ser todo un proceso, ante el cual tuvo que modificar algunas conductas y hábitos personales. Mientras que, para mi padre, el trabajo se acrecentó, porque a partir del primer embarazo de mi mamá (soy el primogénito), tuvo que trabajar el doble, y hasta el triple, porque su compromiso aumentaba, mientras se producía mi crecimiento en el vientre materno, y ya, una vez nacido, viviendo entre ellos dos.
Pero, aunque dicen que cuando se cumple la mayoría de edad (en Venezuela, a los 18 años), los hijos se apartan físicamente del lado de los padres, por motivos de estudios, de trabajo o sentimentales (por acudir al lado de la persona amada), en mi caso, en el caso de la mayoría de mis hermanos, e igualmente entre mis primos más cercanos, no ha sido así, porque casi todos vivimos con nuestros padres, pese a que la mayoría están casados (o conviviendo bajo la figura del concubinato) y tienen hijos (menos yo).
Recuerdo constantemente, que mis padres, cuando cumplí la mayoría de edad, me dijeron (cada uno a su manera), que aunque cumpliera esa edad, y llegara a tener 40 años, para ellos, yo seguiría siendo un niño; y vaya vaya, que realmente fue así, porque resulta que a la edad de 40 años, me diagnostican una lesión maligna (cáncer en 2do grado, con 80% de metástasis, y desahuciado por las ciencias médicas), y ambos me trataron como un niño, incluso, como por efectos de las quimioterapias, en muchas ocasiones no me podía valer por mí mismo, mi mamá llegó a colocarme pañales desechables para adultos y a bañarme, junto con mi padre, y mi hermana Ariana Jimena, a quien por cierto, yo le cambié sus pañales en su período de niñez, al igual que a mi hermano Andrés Eduardo. Conste, que no lo pude hacer con mis hermanos Marco Antonio y Marco Vinicio, porque mi edad, para aquel entonces, no me lo permitió.
Sin lugar a dudas, que durante todos mis años de vida, mi mamá Sara y mi papá Marcos, han sido para mí los mejores maestros que enseñan una gran lección, que yo título (como muchos y muchas lo hacen) "Amor de Padres". Gracias a Dios Supremo, que numerosas personas han podido disfrutar del amor de su padre y de su madre, o de uno de ellos solamente, ante la ausencia de uno o el otro. Sin embargo, lamento mucho, que numerosas personas no hayan podido (o no puedan en la actualidad) disfrutar del amor tanto de papá o de mamá o de alguno de los dos; pero en el fondo, pienso y creo, que en esos casos, deben asumirse los casos y situaciones, como grandes lecciones de vida.
"Amor de Padres"...eso es lo que he sentido durante tanto tiempo, por parte de mi mamá y de mi papá, a quienes deseo mucha salud, amor, tranquilidad mental y física, y prosperidad, en armonía para todo el mundo y de manera perfecta. Solidarizándome finalmente, con todos aquellos y aquellas que han podido disfrutar del amor de sus padres, así como también, con aquellos y aquellas, que contrariamente, no lo han podido disfrutar..!
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