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lunes, 3 de febrero de 2014

¡El Mundo Exterior!

Hace mucho tiempo, un amigo, y creo que es un buen y querido amigo, considerando que en una oportunidad, me llegó a decir que, yo "como que tenía un problema con el mundo exterior"; y me lo expresó así, a raíz de ciertas y determinadas publicaciones/comentarios en mi cuenta de Facebook, donde con toda plenitud, hago saber lo que "Me Gusta" y lo que "No me Gusta"; y digo que es un buen amigo, porque lo que me comentó, lo hizo en mi cara y muy sinceramente, de su parte.

Yo, en aquel momento, no se lo negué, pero tampoco le dí explicaciones, razones o motivos de ese "problema con el mundo exterior", que según mi amigo, tengo yo. Pero, pensándolo bien, no es un problema con el mundo exterior en sí, sino con situaciones donde claramente algunas o muchas personas, actúan mal, de manera consciente o inconsciente, como por ejemplo, en el caso de una vecina, que en el patio de su casa, tiene dos perros amarrados, y éstos se la pasan toda la noche ladrando.

Desde cierto punto de vista, es bueno que esos perros ladren de noche, porque de repente están avisando de la presencia de una persona indeseable (un delincuente) o de algún ente no visible para el ojo humano (dicen que los animales tienen la capacidad de hacerlo); pero una cosa es que ladren, y otra cosa es que ladren toda la noche. La vecina, propietaria de ambos perros, dice que a ella no le molesta el ladrido nocturno de éstos; que ella duerme feliz toda la noche.

¡Que bueno vale...que la vecina piensa así! Pero, ¿será que pensaría igual, si los perros fueran míos? Es más, en casa hemos tenido cuatro perros, de los cuales, hemos dado en adopción dos, porque eran muy escandalosos con sus ladridos; y ahora, cito otro ejemplo, de otros vecinos, específicamente, de dos vecinos jóvenes, que cuando sus abuelos salen de casa, suelen escuchar música, con un volumen demasiado alto; y tengo conocimiento de la molestia que eso causa entre varios vecinos de la cuadra done se encuentra mi casa.

Ahora, reflejo aquí, el ejemplo de mi casa, anteponiendo lo que ya referí de los dos perros que dimos en adopción, por el ruido que producían con sus ladridos; y en lo que respecta a escuchar música, cuando lo hacemos con volumen alto o por tiempos prolongados, mi papá y mi mamá se quejan, y solicitan respeto y consideración; lo que me ha conllevado a respetar y considerar a mis padres, y por ende, al resto de las personas a mi alrededor, porque es justo y necesario.

Entonces, pensándolo bien, no es un problema con el mundo exterior (como me lo dijo mi amigo), sino un problema con las personas que no respetan, que no consideran, y que creen que por estar dentro de sus casas, pueden irrespetar a los vecinos, ya sea con los ladridos de los perros (a quienes ni siquiera les reprenden verbalmente para que no ladren tanto) o con la música a todo volumen en la casa de mis vecinitos. Por tanto, si respetar y exigir respeto es tener un problema con el mundo exterior: ¡Yo lo tengo!