Como seres humanos, pensantes y racionales, es nuestro deber ser, formarnos, capacitarnos, prepararnos académica y laboralmente, para desempeñarnos con eficiencia en cualquier actividad, oficio o profesión digna y decorosa, que nos permita percibir un salario, que a su vez, sirva para sustentar en parte, nuestra sobrevivencia sobre el plano terrestre. En tal sentido, el hogar y las instituciones educativas, entre otras organizaciones comunitarias, tienen la misión de facilitar métodos, técnicas, instrumentos, herramientas y estrategias, para que cada persona en particular, desarrolle sus potencialidades.
Lo ideal, en el mejor de los casos, es que toda persona aporte su granito de arena a la sociedad en la cual se encuentra inserto, como un ser valioso y productivo, pensando siempre en el logro de los objetivos y metas trazados personalmente, pero con amplias perspectivas colectivas, porque al fin y al cabo, se requiere que todo el conglomerado humano, esté bien, se desenvuelva bien, para lograr un equilibrio societario integral; a la par que debe existir en cada persona, la voluntad y capacidad para solucionar los múltiples problemas que se suscitan en el contexto societario.
Sin embargo, en muchos casos, y en indeterminados países del mundo, los ciudadanos que en calidad de políticos, asumen la responsabilidad de trabajar en pro del colectivo, no cumplen con sus asignaciones y no llenan las expectativas del colectivo en general, y es por ello, que se evidencian con mucha frecuencia, las problemáticas en todos los sectores y áreas sociales; a saber: en la política misma, en la economía, en la salud, en la educación, en el deporte y la recreación humana; conllevando a todos, sin excepción, a situaciones caóticas, que en nada benefician a la ciudadanía que reside en cualquier país.
En Venezuela, lamentablemente, los problemas sociales son numerosos, y muchos de ellos, lamentables. La economía venezolana no es sólida, pese a la renta petrolera y las derivadas de otras actividades productivas. La delincuencia nos azota, el desempleo es elevado, el costo de la vida es desorbitante, la inflación es la más alta en latinoamérica, la corrupción no tiene parangón en la historia contemporánea de Venezuela, el desabastecimiento está afectando a todas las personas, que sufren al no poder adquirir los productos de la cesta básica; en fin, las problemáticas son interminables.
Lo anterior, no es justo. Venezuela es un país que debería estar en un mejor sitial social y económicamente, e ir a la par de los países industrializados, que forman parte del "Primer Mundo"; pero no, cada día se empeora la situación de Venezuela, y las soluciones, al parecer, no se encuentran a la vuelta de la esquina. Por tanto, es necesario cambiar de mentalidad, de acciones, de modelos socio-económicos, para poder avanzar y lograr el progreso que todos los venezolanos y extranjeros, residentes en Venezuela, quieren, necesitan y se merecen.
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