Desde hace tiempo, vemos en los medios de comunicación social, específicamente en los programas de televisión, aquellos dirigidos a la captación de talento humano, en diferentes áreas del arte y el espectáculo, como parte del multidisciplinario sector de la cultura local o foránea. En la mayoría de los casos, los denominan como: "Reality Show", recordando que uno de los primeros con gran proyección internacional, fue el recordado "Operación Triunfo", de donde salieron artistas de la talla de "Rosa de España", "David Bisbal", "Chenoa", entre otros.
Considero que es muy válida la oportunidad que se le ofrece a los nóveles talentos en el canto, baile, danza, entre otras áreas del quehacer artístico-cultural, tanto en la República Bolivariana de Venezuela, como en otros países que conforman el globo terráqueo; sobre todo, cuando la vorágine económica-social, no permite que las personas de escasos recursos puedan lograr sus sueños y alcanzar sus metas en el acontecer tácito; de allí la benevolencia de los referiros reality´s show.
Sin embargo, no es de mi agrado cuando en ese tipo de programa televisado, los productores son permisivos con los actos y acciones que atentan contra la integridad de los participantes, como por ejemplo en el caso de aquellos niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos contemporáneos y adultos mayores, que no poseen el talento adecuado o el nivel esperado, y los hacen objeto de burlas y críticas malintencionadas.
Pienso que, en ninguna prueba de talentos, deben permitir la participación de personas que no reúnen las condiciones necesarias para hacer una presentación pública; y para ello deben hacer uso de un filtro, que impida que la persona sea expuesta a la palestra pública, de la peor manera posible en el mundo del arte y el espectáculo. Pero al parecer, eso es lo que a los productores les agrada, porque al parecer, es lo que da "raiting".
Ni hablar, de aquellos reality´s show donde permiten que los niños, niñas y adolescentes emulen a cantantes adultos contemporáneos o mayores, incluso con mala reputación o con una vida personal agitada y alejada a las normas del buen vivir y convivir. Tampoco me gusta hablar sobre el empeño de los productores de permitir que los niños, niñas y adolescentes, utilicen el verbo y el vestuario de personas adultas; siendo lamentable que los padres, representantes o responsables lo permitan.
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