Una vez más, me atrevo a opinar en materia socio-política, a sabiendas que en muchas oportunidades he dicho, que los temas de política y religión, siempre tienen puntos álgidos dentro del contexto de la sociedad de todos los tiempos, pero es que hay algo que me preocupa ya, en demasía; y quiero compartirlo por éste medio.
Para nadie es un secreto, la polarización que viven los venezolanos (y también extranjeros), a todo lo largo y ancho de la geografía nacional. Esa polarización es netamente socio-política, y ha existido desde hace mucho tiempo en el pasado, con los gobiernos de la llamada IV República, siendo igual, en la V República.
Para unos, puede que sea algo normal, pero para otros, no lo es. Para unos quizás sea algo benigno, pero para otros, quizás sea algo nocivo; pero para todos, es algo que se ha convertido en el pan nuestro de cada día, y de una u otra forma, nos involucra de manera total, de forma generalizada, sin distinciones de ninguna índole.
Es lamentable, que en la sociedad venezolana, haya tanta división, desde tiempos inmemoriales; al parecer, se trata de un cáncer social, que tal vez, no tiene ni tendrá remedio ni curación. Es una verdad que trasciende los sentidos humanos, y que no nos permite ver más allá del otro, de la otra; y tampoco situarnos en el lugar de las demás personas.
En Venezuela, oficialistas y opositores, han caído (hemos caído, porque me incluyo), en constantes dimes y diretes, en el contexto socio-político, y en diferentes sectores de la sociedad actual. Todo está impregnado de política, de sentimientos adversos al amor y la paz, donde sólo reina, el odio, la violencia, las ofensas, la humillación.
Lastimosamente, Venezuela, se ha convertido en una vecindad inmensurable, en donde cada quien y cada cual, defiende sus medias verdades o medias mentiras, valiéndose de acciones y hechos que atentan contra la integridad mental y física de la persona o personas que se consideran como contraria o contrarias.
Es normal y válido, que cada quien piense y actúe de modo diferente, pero eso no es motivo para irrespetar la condición humana; para objetar el punto de vista, las perspectivas de nuestros semejantes, creyéndonos los dueños absolutos de la razón y la verdad; verdad que muchas veces, en ambos casos, se sustenta en las mentiras.
Es necesario que de ambos lados políticos-partidistas, se aprenda a reconocer tanto las potencialidades como las limitaciones de quienes caminan por la acera del frente; que se admita que cada bando tiene sus fortalezas y amenazas, sus oportunidades y limitaciones; y que toda persona merece respeto y consideración.
Cada persona puede exponer sus pensamientos, ideas, opiniones, necesidades e intereses, sin interferir en la paz y tranquilidad de los congéneres. Pero tal parece, que mientras más ofendamos al otro, a la otra, más dueños de las verdades son, somos; y no es así, nunca será así, ¿por qué es tan difícil de entender?
Si leen otros de mis artículos, claramente percibirán cuál es mi posición en diferentes asuntos del entorno que me rodea, pero en ningún momento ofendo, agredo, hiero susceptibilidades; y me parece muy personalmente, que todos podemos ser ecuánimes y empáticos al momento de expresarnos, con todo el derecho que tenemos. ¿No les parece?