Dice el refranero popular que "perro que mete la lengua en tapara, se llena el hocico de manteca"; y traigo a colación el citado refrán, haciendo referencia sobre mí mismo y mi propósito con éste nuevo artículo de mi completa firma. Ya he dicho con antelación (en otros de mis escritos), que hablar sobre política y religión, es algo un poco difícil, por las controversias y polémicas que siempre se suscitan.
En ésta oportunidad, me voy a referir a una de las semanas del año, en el calendario gregoriano, que se dedica a la rememoración (mejor que celebración) de la vida, obra, pasión y muerte de Cristo Jesús, el Hijo de Dios Padre, hecho hombre sobre la faz de la tierra. Quiero hacer saber, completamente a priori, que lo que voy a comentar, es muy personal, y se basa en la educación que me han dado mis padres, y otros adultos significativos de mi familia. Lo que referiré, forma parte de mis creencias y costumbres religiosas.
A mí me enseñaron, que la Semana Santa (o Semana Mayor), que es el motivo que me conduce a escribir todo esto, es una semana (valga la redundancia) que se debe respetar desde cualquier punto de vista percibido por la comunidad católica, apostólica y romana (no se que piensan los seguidores de otras iglesias). Es por ello, que en el pasado, la Semana Santa (re-valga la redundancia), era sagrada para muchas personas, y durante su transcurso no se podían pensar, decir y hacer ciertos y determinados actos, incluso, no se podía comer carnes rojas.
En el presente, observo con preocupación, como la Semana Santa en mi pueblo, y en muchos otros lugares, se ha convertido en unas especies de ferias, en donde muchas personas (no todas), se manifiestan de manera inapropiada, desde la manera de vestir, hasta la forma de pensar y comportarse en público en el contexto de la sociedad. La Semana Santa ahora, es un período corto de vacaciones, de lujos y placeres, para algunas personas (repito, todas las personas no se comportan igual).
La Semana Santa en la actualidad, es para ciertas y determinadas personas, el momento ideal para ir a la playa, al campo y a la montaña, para visitar la familia cercana o lejana geográficamente. Es y representa cualquier oportunidad para entregarse a los placeres terrenales, y al contrario, no lo es para acercarse más a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. A menos que busquen ese acercamiento con Dios Triuno, en todos los sitios y lugares que visiten. Algo que por supuesto no creo, por la ingesta de carnes rojas y de bebidas alcohólicas.
También me preocupa que al momento de venerar las imágenes sacro-santas en la Semana Santa, las personas se dediquen a otras acciones ajenas a acompañar en procesión y oración, a Cristo Jesús, y que finalmente sus actitudes sean más banales y sin fundamentación alguna. Pero bueno, como dice una amiga mía, "cada cabeza es un mundo", acotándolo como parte del refranero popular.
En un futuro, no se si la Semana Santa pueda ser conmemorada, por tanto no puedo expresarme al respeto. Lo que si puedo comentarles, es que cada quien es libre de hacer las cosas bien o mal, para eso el libre albedrío en cada mortal, pero por lo menos, hagan lo que hagan por necesidad o placer, deberían ser un poco más respetuosos(as) ante la presencia espiritual del Rey de Reyes: Jesús de Nazareth..!